miércoles, 26 de septiembre de 2007

Para establecer una verdadera radio pública.

Autor:Lenin Martell

Revista Mexicana de comunicación


El pasado 10 de octubre del 2002 la sociedad civil amaneció en medio de un albazo legislativo emitido por el Poder Ejecutivo, en el cual se decretaba un acuerdo Presidencial sobre el manejo del 12.5 por ciento de los Tiempos de Estado y un nuevo reglamento para la Ley Federal de Radio y Televisión. Pero en realidad el gobierno federal ignoraba con dicho decreto el trabajo que se había venido realizando con la iniciativa de reforma integral de los medios electrónicos, instalada por la Secretaria de Gobernación, la sociedad civil y la academia organizada, el 5 de marzo del 2001. El Ejecutivo no se inmutó, no le importó pasar por alto su acuerdo con la sociedad civil, y al vapor puso en marcha tal reglamento en el que, entre otras cuestiones, soslayaba el establecimiento de una verdadera radio pública en México. De aquí la necesidad de analizar los actores y escenarios imprescindibles para emerger nuestro añorado modelo público de radio, el cual está lejos de existir en México, y peor aún, desconocido por muchos, entre ellos, el gobierno.

Para establecer un modelo de radio pública se requiere de la participación de la sociedad civil, instituciones privadas, del trabajo interno de las radiodifusoras en programación, formatos y contenidos, pero sobre todo, del apoyo cabal del Estado. No sólo a nivel discurso como siempre lo ha hecho, sino con conocimientos específicos en esta materia y propuestas viables que salgan de funcionarios capaces y comprometidos. De otra forma, se postergará la implantación de una radio de la sociedad y para la sociedad. Además el gobierno seguirá fungiendo como aquel bloqueador y saboteador de la radio pública, pues suficiente ha hecho ya con el desmantelamiento de la casi extinta radio indigenista.

Después de que en la década de los 90 las propuestas sobre una radio pública en México parecían archivo muerto, las anteriores ideas han sido tratadas con atención, primero en el debate sobre los medios públicos del Estado, organizado por la Cámara de Diputados en el 2000, luego en el libro de Luis Ernesto Pi Orozco, Las dimensiones de la radio pública en México en el 20011, y más tarde en foros internacionales celebrados el año pasado, como La Cuarta Bienal de Radio y el seminario internacional convocado por el IMER, "El Papel de la Radio Pública en la Sociedad Globalizada".

En los encuentros mencionados se escucharon voces de representantes de los sistemas de radio pública de otros países, entre ellas figuraron las de la BBC de Londres y Radio Francia Internacional, quienes dejaron ver un Estado que respalda a la radio pública con presupuestos fijos otorgados por la ley. En el caso de la BBC, por ejemplo, el presupuesto anual es de 3 mil millones de dólares. Este dinero proviene de los contribuyentes del Reino Unido, que actualmente asciende a mil quinientos pesos anuales aproximadamente por cada persona que posee un aparato receptor.

Aunque las cifras muestran realidades diferentes a la nuestra, las cuales garantizan una ayuda sólida del Estado y un soporte a una programación de alto contenido, las experiencias europeas nos revelan que, de haber una legislación que ofrezca un presupuesto anual fijo, que no pueda ser cambiado por el gobierno en turno, asegura la continuidad de proyectos radiofónicos a largo plazo, que a su vez llevarán a la consolidación de un modelo de radio pública.

Una propuesta que al mismo tiempo debe ser estudiada con detenimiento, para ser aplicada en México, es aquélla experimentada por el sistema Radio Bilingüe en California. Para financiar sus siete estaciones, Hugo Morales, fundador y director desde 1976, ha organizado la recaudación de donativos por parte de escuchas locales de bajos recursos, la mayoría trabajadores mexicanos indocumentados. Asimismo, ha recurrido a fundaciones nacionales e internacionales y realizado cosas más creativas, como el tradicional festival del mariachi, celebrado año con año, el cual, aparte de atraer más escuchas, cautiva mayores ingresos.

Sin embargo, esta fórmula no es tan viable para la experiencia mexicana, pues según Pi Orozco "se trata de una empresa de larga siembra y de muy insegura cosecha…

El patrocinio siempre ha dejado insatisfechos a todos. A la radio permisionaria, porque es muy difícil conseguir que alguna empresa quiera dar dinero para nada más ser mencionada al inicio y final de algún programa; a las autoridades, debido a que reciben los reclamos de los radiodifusores privados sobre reales o supuestos excesos de emisoras públicas, y a los concesionarios, porque quisieran que toda contratación que conlleve fundamento económico les correspondiese en exclusividad. Además, hasta lo que objetivamente se conoce, el monto de los patrocinios es muy reducido y dura sólo temporadas. Es común que ni siquiera alcance para el pago del equipo humano que realiza la emisión de que se trate…"2

En efecto, en México no se acostumbra a dar donativos a los medios de difusión ni tampoco el país funciona bajo una estructura cultural que los promueva, pero de ninguna manera lo estaban en Fresno, California, cuando Hugo Morales inició esta tarea. Ni siquiera la estación WAMU, de Washington D.C, una de las que recauda más dinero de los escuchas en todo Estados Unidos, recibe la mayor parte de su presupuesto de ellos, y día tras día, lucha también por patrocinios otorgados por instituciones nacionales e internacionales, para renovar contratos temporales que cubran únicamente una parte de la nómina. No sólo eso, desde el inicio de la radio pública en aquel país en 1970, los reclamos sobre las interrupciones de los patrocinadores durante la transmisión de los programas no han cesado; por ejemplo, se escucha: "Este programa es patrocinado por la fundación General Mills". Y no por ello las contribuciones de los corporativos se han coartado, sino al revés, incrementado. En otras palabras, las quejas siempre existirán, pero, afortunadamente, son mínimas.

"Sería lamentable -prosigue Pi Orozco- que la continuidad de conciertos, radionovelas y entrevistas a escritores, por traer algunos casos a la imaginación, sufrieran interrupciones para cumplir con los servicios de publicidad contratados"3. Sin embargo, el modelo norteamericano de radio pública nos ha enseñado que estas interrupciones con duración máxima de 30 segundos, se pasan antes del inicio del programa, a la mitad y al final, lo cual ofrece descanso al escucha y no se pierde la continuidad del programa, sino que sirve además como puente entre dos segmentos.
Pero un sistema de obtención de fondos no llegará a México, si no se realiza una discusión y estudio exhaustivo acerca de las múltiples e imaginativas formas de captación de recursos. Para ello, debe haber una legislación puntual que respalde el funcionamiento autónomo de los sistemas de radio. En la pasada Bienal, por ejemplo, brotaron ideas lúcidas, las cuales habrá que analizar con mayor cuidado; una de ellas argumentaba crear un fondo, conseguido a partir de los impuestos generados por las radios comerciales. Otra propuesta es estipulada por Pi Orozco, quien escéptico de implantar un nuevo impuesto a los ciudadanos4, promueve "la creación de clubes de patrocinadores voluntarios de escuchas para apoyar alguna serie [y/o] solventar cierta necesidad interna…[de la emisora]". 5

Asimismo, una radio pública no sólo se forja a través de su dependencia económica y jurídica, sino también de sus contenidos y formatos, rubros en los que se debe igualmente discutir y trabajar. Para ello es imperante capacitar a profesionales que dominen un lenguaje radiofónico, que aprovechen las ventajas de la producción digital. Esto es cierto tanto para los formatos de programas musicales, como culturales e informativos. Estados Unidos, por ejemplo, se ha preocupado por crear centros de capacitación de bajo costo, en los cuales se han formado excelentes voces, reporteros, productores y periodistas literarios de la radio, como Alex Chadwick, Terry Gross y Anne Donohue, quienes a su vez han enseñado en las universidades y creado programas informativos de alto nivel, como Morning Edition, cuyos contenidos han injerido en decisiones históricas, tal fue el caso de Water Gate.

De igual manera, la discusión sobre la profesionalización de la radio debe ir de la mano con la investigación científica de la audiencia, de aquí la importancia de aprovechar metodologías innovadoras de la comunicación, que puedan ayudar a conocer un auditorio propio, con el objeto de definir contenidos adecuados para la misma.

Ambas acciones dejarán, entre otras cosas, herramientas para competir con los programas hablados de la radio comercial, cuya calidad ha encontrado cabida en cada vez más radioescuchas. Aunque los fines de la radio pública no conciben competir con la radio comercial, no hay que soslayar que esos escuchas del modelo comercial pueden ser atraídos por las estaciones del sistema público.

Este modelo mediático, el cual indiscutiblemente ha servido para el desarrollo de la civilización, tiene objetivos muy particulares que van más allá del acaparamiento de la audiencia "y se concretan en ser un servicio público por el cual se hace accesible, a quien quiera escucharla, una programación sustentada no en la premura de la venta novedosa, sino del contenido clarificador y significativo, la orientación fundamentada y especializada de temas de relevancia para todos, o bien de la divulgación del conocimiento y de las conexiones entre las diferentes formas de la cultura, llámese ésta popular, étnica, clásica o vanguardista"6, afirma el otrora director de Radio UNAM, Felipe López Veneroni.

Por eso la importancia que, tanto la sociedad civil como instituciones privadas y públicas, se incluyan en esta discusión. Por su parte, al Estado sólo le resta respaldar este proceso a través de un régimen legal, cuyo contenido, como dice la investigadora Alma Rosa Alva de la Selva, "refleje su vinculación a un proyecto de nación, un régimen legal que contemple acciones de descentralización que amplíen la presencia de los medios públicos en nuestro país". 7

Además de que la radio pública es parte del proyecto de nación, es pieza fundamental de la identidad nacional, pues ahí se recrea la vida cotidiana, opinión pública, historia, los sentires y pesares de nuestro país. Ahí se forja nuestro futuro, y si no creemos en los logros de la otra radio, sintonicemos, pues, la BBC o la radio pública norteamericana, para escuchar cómo un aparato marconiano puede sonar.

Parece que se avecina una discusión próspera. El debate estructurado, con invitados internacionales, es un buen comienzo para conocer qué es un modelo de servicio público y cómo pasar de la radio cultural a la pública. Asimismo, reconoce que falta mucho por aprender para llegar a propuestas concretas y viables para un país que busca un proyecto de nación justo. Por ello es imperante no cerrarse a experiencias que han funcionado en otros modelos, como aquellas formas creativas de financiamiento y formatos novedosos de producción. Sólo así se podrá motivar al escucha a formar parte de este sistema y a construir una estructura legal que apoye una radio de servicio público. El gobierno en turno, por su parte, tiene que hacer su tarea favoreciendo al proyecto mediante funcionarios comprometidos, capaces de hacer frente a una radio que lleva un siglo de retraso con respecto a otras experiencias radiofónicas en el mundo.

Definitivamente, la discusión sobre la radio pública se calienta y casi está lista. La mesa está puesta, sólo falta que los invitados correctos lleguen y que el gobierno, eso sí, no cancele.

NOTAS

1) Pi Orozco, Luis Ernesto, Dimensiones de la radio pública en México, Fundación Manuel Buendía, 2001, 296 pp.

2) Ibíd, p. 53

3) Op. Cit., p. 67

4) "…No se puede trasladar a los hombros de la población la carga del funcionamiento de las radios públicas, cuando desde siempre su operación se ha amparado en la bolsa del dinero del erario". Op. Cit., p. 68

5) Op. Cit., p. 68

6) Tomado de Op. Cit., p. 38

7) De la Selva, Alma Rosa, "Perspectivas de los medios públicos en la sociedad globalizada", en Los medios públicos de comunicación en el marco de la reforma del Estado en México, México, Cámara de Diputados, 2000, p. 157.


Bibliografía

De la Selva, Alma Rosa, "Perspectivas de los medios públicos en la sociedad globalizada", en Los medios públicos de comunicación en el marco de la reforma del Estado en México, México, Cámara de Diputados, 2000, p. 157.

Martell Gámez, Leen Rafael, Un viaje por el cuadrante público norteamericano, tesis licenciatura, UNAM-Acatlán, abril 1997, 199 pp.

Pi Orozco, Luis Ernesto, Dimensiones de la radio pública en México, Fundación Manuel Buendía, 2001, 296 pp.

3 comentarios:

Natalia dijo...

Me parece un texto muy importante y muy bien escrito; además de que plantea un tema muy importante para el interés público; pues en el texto se plantea la situación que se vive dentro del ámbito de la radio pública ( manejada por el gobierno), que se está viviendo hoy en día; dejando ver todas las artimañas que el gobierno y la gente que se encuentra metida en éste llevan a cabo para poder salir beneficiados de manera personal, sin importar que es lo que ocurra a un nivel macro social.
Me parece que para que realmente exista una radio pública de provecho, se debe trabajar en temas de interés y beneficio para todos; dejando atrás el egoísmo y la avaricia del poder, y poniéndonos a pensar no sólo como individuos, sino como sociedad, como individuos pertenecientes a una comunidad en la que no pueden salir adelante unos cuantos; sino todos, apoyando a los que más lo necesiten ( clase baja y media baja) que como posiblemente y lo más seguro es que no cuenten con radio, entonces buscar concientizar a la clase alta y la media alta que son las que cuentan con un poder adquisitivo que se podría producir y elaborar en proyectos de ayuda social y que busquen una estructura social más justa...porque en México no hace falta el dinero, sino la buena repartición de éste. De igual modo creo que la base para todos los problemas sociales existentes en México es la falta de educación, de enseñanza que valga la pena...¿Entonces por qué no luchar por una radio que e de importancia a la cultura, a la sabiduría, a la enseñanza, a las artes visuales, a la ciencia, y a la LECTURA? Creo que ahí es donde debemos comenzar...acabando con el analfabetismo de nuestra sociedad para poder llevar a cabo un desarrollo y de ese modo una evolución más exitosa y gratificante para nuestro país.
Para poder lograr todo esto, creo que lo primero que debemos hacer es, como ya dije, educar a nuestra gente, sacarla de la ignorancia y así quitar a los ladrones, egoístas, represores y maestros de la ignorancia que tenemos en nuestro gobierno representándonos, buscando y proponiendo gente inteligente que piense en el beneficio de su país y los mejores proyectos para el bienestar académico, emocional y psicológico de su sociedad.

Anónimo dijo...

Hola, muy interesante el post, felicitaciones desde Panama!

Anónimo dijo...

Buen articulo, estoy de acuerdo contigo aunque no al 100%:)